martes, 6 de febrero de 2024

Perra Chandosa

Perra chandosa (Por Leomas):

 

La pobre dormía debajo de aquello que fue un puente y sobre pedazos de costales que dejaban lo campesinos al vender sus productos agrícolas. Su estómago estaba tan inflado que daba la impresión de que la cría iba a ser numerosa o que globos incrustados estuvieran dentro de su buche. Hacía tres años que no se bañaba, su pelo estaba greñudo y el olor entre estiércol y carne podrida. Daba la sensación de haber salido de un basurero en guerra o de pertenecer a esas que creían ser de las mejores familias.

 

De pronto vio a lo lejos a un hermoso y gigante gato que se lamia elegantemente su pelaje y que observaba con disimulo cada semblante. Pensó entre sus imaginaciones, Oh … que gato tan lindo, pero es orgulloso y al parecer no se ha dado cuenta que aquí hay una diosa y que dejare de ser caprichosa. La perra sin fuerzas para levantarse lanzo algunos quejidos y siguió suspirando como esperando un nuevo idilio. Los ruidos llegaron hasta el gato y en forma cortes y valiente, se le acercó con disimulo a quien sería madre en ese amanecer y le hizo un gesto al oído.

 

El gato no le pregunto su procedencia y nada de interrogantes, simplemente la miró con mucha dulzura y le dijo … ¿Desea gran señora, ir a nuestra casa a tener un parto feliz y algo con que llenar un lado de la panza? La perra lo miró con desprecio, se hizo la muy inteligente y con astucia trato de mirar a un lado de la carretera. El gato le insistió ... para ver si de alguna forma le ayudaba y la perra le hizo caso y corrió muy cerca al gato y a este lo siguió. El gato se las ingenió como pudo, llamó a varios amigos gatunos y todos acudieron en grupo. Entre la subieron a un costal de seda y empezaron a arrastrarla como si fuera de madera. La ambulancia gatunesca la llevó a un palacio grande que estaba abandonado y era casa de los animales abandonados.

 

La perra se instaló en esa casa dorada sin cobijas ni abrigos, pero si con algunas almohadas. Ella se sintió princesa y creyó que era un sueño que veía lejano porque no hubo un perro de edecán. Los gatos la bañaron con shampoo y jabón perfumado, con flores de azahar que en la tina le habían colocado. Lociones y aceites finos cayeron sobre la mugre de su cuero y a medida que se limpiaba se le veía chanda y forúnculos tiesos. Esa que fue una perra fea, ahora se convirtió en reina y dama, y ungüentos y alcoholes curaron chanda y heridas. Ahora con excelente comida, la comodidad por fin llego a su flaco espinazo y el aroma le cambio oliendo a flores de mayo.

 

Un joven gato médico atendió el complicado parto y ella se revolcaba como tornado de guerra y lanzaba pequeños gritos asustando a los vecinos. Poco a poco nacían los críos y estos se fueron aumentando hasta terminar con 14 cachorros que se veían de excelsa raza y llegaron a ocupar la casaquinta invadida que sin escritura estaban allí los gatos. La perra se sintió doncella y ya no comía eso que le traían y pedía caldo con pollo y carne en bistec de carne de la cola. A los gatos le solicitaba colchones y satines finos para dormir y vestidos de lino para caminar como madre y desfilar como vedete en pasarela. Los gatos y el gato mayor le hacían caso y la reverenciaban y venias de alcurnia le hacían como miembro de monarquía.

 

Después de las tres primeras semanas la chandosa se convirtió en malcriada, se volvió muy elegante y caminaba como quinceañera, ella ya no era una cualquiera y ahora era la dueña de todo. Los hijos inquietos perrunos, poco a poco se acomodaron en las camas de los gatitos y a cada uno desplazaron. Los pobrecillos gatunitos debían dormir en otros aposentos y la mayoría lo hacía en la calle o debajo de los raídos cementos. Los cachorros fueron creciendo hasta que crecieron sus colmillos y cada día desaparecía un gatito de los bellos que se almorzaban sin aliño. No se hicieron investigaciones, porque la justicia estaba pervertida y los gatos que atendían la abogacía estaban enamorados encima de los tejados, traficando con armas o negociando con polvos blanquecinos.

 

Los jueces que coordinaban la casona siempre gozaban como gatos de vacaciones y eso ya era costumbre en aquello que fue un palacio, alguien observo que la perra ya daba órdenes y quería gobernar todo. Los pobres gatitos que lograron sobrevivir uno a uno se fueron saliendo de la casa, mientras los más educados seguían obedeciendo a la perra y a ella la cuidaban y la admiraban como reina. Oh … que dicha dijo la perra, ahora soy la dueña y señora de este extenso palacio, tengo a estos mensos como esclavos y todos estos gatitos deben ser siempre mis criados y mis obedientes sirvientes.

 

El caballero gato que ya envejecía una noche hablo con la perra y le dijo… Quiero esta noche que recuerde, que la justicia estuvo cerca de su cría y que aquí le alimentamos, le dimos albergue y mucha compañía. La perra ladró como nunca y abrió su bocota, casi se traga el cuerpo del hermoso gato manso. Esa nueva madrugada los gatos se revolucionaron con fuerza y armaron una protesta que se formó algarabía, aunque los más violentos también mostraron sus colmillos y estaban dispuestos hasta quemar el castillo. Se unieron a otros amigos gatunos y entre todos sacaron de la lujosa casa escarpada a la perra que volvió a ser chandosa junto a todos sus perros porque ya había tenido hasta 7 partos y los maridos los buscaba fuera en la autopista y allá fue a parar cuando ya no tuvo ni risa.

 

Desde ese día los gatos ya no casaron ratones y disminuyó el trabajo porque empezaron a comer carne fresca de perritos que nacían fuera de la casona o al lado del ferrocarril, se volvieron malcriados, los huesos los abandonaban y cada vez que las hijas de la chandosa parían aprovechaban el momento y el desayuno servido era lomo perresco, pierna de perrito tierno o cola sin espinazo.

 

Un día al atardecer y muy cerca de una montaña perruna y gatuna, los turistas animalescos curiosos y chismosos encontraron miles de huesos de cadáver que estaban como en bulto y que se veían enroscados como cascabeles de desierto. Al investigar en el laboratorio y analizando los esqueletos, pudieron comprobar que allí estaban amontonados osamentas de cachorros perrunos, varios huesos de perros viejos, un esqueleto alargado de perra flaca y uno que creyeron que pudo ser de un hermoso y gigante gato.

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