martes, 13 de febrero de 2024

Ricardo Llamaban

Y se llamaba Ricardo (Por Leomas):

 

El caserío estaba lleno de risas, juegos, caballos, ganado, cabras, mulas, burros, trenes, flores, bambúes, perros, patos, gansos, gallinas, gallos, obreros y varios cultivos. Allí en medio del silencio el joven adolescente visitante observo el panorama, por vez primera regó su plantío, entendió que venía de un señorío que alcanzaba la fragancia, sin guardar distancia vio muy cerca un radiante y bello rocío. Las miradas se cruzaron y en segundos dos razas quedaron entrelazadas, aunque no los dejaban saludar y tuvieron que utilizar la malicia del turpial y sin hacer maldad desbloquearon cada muro.

 

Dos pueblos distantes, uno sin riquezas y el otro lejos del río sin medios de comunicación en donde cada canción se hizo al lado del hermoso ruiseñor. Tres ideas de familias que están en otrora tiempo sin límite y complicado, donde ponían a trabajar a los bueyes, el salario obreril era muy bajo y había formulas nefastas y contrarias para conseguir nuevos amigos. No fue fácil escalar la pequeña montana que de las casas iban a la quebrada, una perla dorada se cruzó en el camino y todo se hizo destino convirtiendo hasta la madrugada en sol que abre el corazón cuando es fino.

 

El Hospital cerró sus puertas muy en el atardecer y todos sin querer abandonaron sus salas, un intrépido laurel no acepto la retirada y sobre sabanas doradas allí su cuerpo tuvo que detener. El expreso automóvil llegó con gente muerta de frío, sólo uno estaba sombrío porque había recibido la noticia que el viento del poblado allí se estaba esfumando y que posiblemente no vería más su encanto y menos su risa. Subir al último piso le costó varios suspiros que enredaron el dolor con sudor como piedras de zafiros, lágrimas estaban sobre sus ojos por sospechas de haber perdido a quien hizo sonreír la sombra de aquello desconocido. Las enfermeras dijeron mire allí está él, pero ya no siente escalofrío, le estuvo esperando muy entrada la tarde y se vino a desvanecer cuando la noche engalanaba la brisa de este nuevo amanecer.

 

Sábanas doradas y blancas cubrían todo su cuerpo, claveles y lirios blancos su rostro encantado rodeaban, como un príncipe escarlata azulado se veía su silueta y la fuerza de su figura se parecía a un hermoso corcel dormido. Su risa de ángel divino quedo incrustada para siempre con sus dientes como perlas y diamantes, la tristeza llenó todos los vacíos y la tétrica ventana miraba a la ciudad, pero era simplemente un gigante caserío en donde las amapolas no se sembraban por miedo al vendaval que llegaba cada mes y dejaba baldíos. La luz del sol opaco el contorno con exquisita sensación y comprobó como lirio que su gran amigo se había ido.

 

Los médicos dijeron en coro, él ya no regresará al combate, sabemos que sus ojos siguen brillantes como si alguien les hubiera pegado esmalte y nuestra medicina no alcanzo a fulminar la intrusa bacteria que destrozo su semblante. Al ver las nuevas miradas que rodeaban el cadáver inerte aunque parecía vivo, supo comprender que hubo un lazo muy irrompible y que la de él todo fue brillante. No entendieron la crueldad de ese día inesperado y pensaron que el manantial había herido la vida aumentando la consternación cuando el sol se detuvo.

 

No comprendieron la gravedad del asunto de la ausencia y el mundo los hizo testigos del frio que vive en los corazones cuando se presentan razones para dividir la sociedad en células diferentes contradiciendo la verdad. Lágrimas sobre el colchón las enfermeras recogieron y algunas sobre la almohada con cucharas de oro se esculpieron, llantos y sollozos frescos regaron a su parentela y todos recordaron que el amor no se ensena en la escuela.

 

Látigos en el corazón cayeron como centella y la noche se hizo bien corta y la mañana llegó como metralla que enluta. Gritos desgarradores de su progenitora se escucharon en el balcón y un aguilón voló a lo lejos para no contemplar la retirada del sol y no quiso estar presente en nuevas lágrimas. Claveles sin el rocío hicieron algunas congojas y lirios de este rio llegaron como coronas. Un fuerte viento sembró una oscura conmoción y se destruyó cada emoción para nunca más cantar como antes la orquesta interpretaba.

 

Testigos de la tristeza estaban en todas partes de la nación, y al turpial que canto 19 años lo colocaron en un cristalino cajón y 6 jinetes con sus caballos en carroza lo llevaron y allí en tierra caliente lo enterraron sin la presencia del ruiseñor. Rosas fuertes y rojas se esparcieron como diamantes, llegaron nuevas flores que fueron colocadas en línea como si cada planeta hubiera bajado para adorar la morada y hacer relucir el diamante. Tristes quedaron los dolientes como águilas plateadas sin control y los canarios entonaron en coro silbidos que hoy siguen en el corazón. -Hay palomas en la ventana- dijo quien abría el postigo, hay águilas doradas rodeando el cementerio y hay mariposas que vuelan sobre el primer piso y todos lloraron de lástima sin aceptar que había partido.

 

El suelo dejó la jornada y el calor los hizo despertar. La sirena dio la retirada y cada llanto dejó de sonar. Hay hechos de causa en refriega, que niegan el ocaso azulado y siguen apareciendo sus ojos negros acrisolados. Hoy recorre cada suceso un hermoso manantial y aún en las noches frías estás allí como oro sin lugar buscando el mismo nicho que guardo esta hermosa joya que sigue despertando la brisa que baja ahora sin congoja.

 

-Cosas de la vida- dice el poeta sin causa, estas tragedias están en nuestro recorrido y aunque aparentemente tenemos nido en cualquier momento uno de nosotros no sabe cuándo tendrá que volar. Traiciones clama el pariente cuando no hay quien pague la fianza y todos se sienten potentes cuando están vivos y tienen ciertos recursos que los hace soberbios y el día que ven partir a sus seres queridos, dicen que se quedan heridos, pero eso no es cierto es sólo por un instante mientras el cortejo fúnebre llega al sitio adormecido.

 

Todos siguieron allí muy cerca al cementerio por horas esperando que el turpial despertara y alguien quiso decir -esto no es un sueño y desde hoy habrá mucha distancia a donde ninguno de nosotros aun no puede ir-. Hoy está en la pared para siempre su hermoso y bello retrato, que luce como crisol y solamente hay gala cuando mira en la madrugada a quien fue su contertulio en esas más de tres mil y algo más de madrugadas.

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