miércoles, 31 de enero de 2024

Quiero Quedarme

Quiero Quedarme (Por Leomas):

 

El vehículo campero llego desesperado para llevar al mancebo a la ciudad que lo haría bachiller en la etapa secundaria, posiblemente en un futuro varón de letras para regresar borracho con un nuevo apellido de bohemio enloquecido. La noche anterior había pasado junto a sus otros tres amigos que hacían parte del cuarteto compinche de la fiesta y de cada secreto que disfrutaban con sigilo como si en libertad se experimentara el clímax del derroche. Hubo prisa para subir las cuatro maletas, un fino estuche con viandas para el recorrido como alimento del consentido que llenaría el estómago del viajante. No querían lágrimas sobre las hojas que el otoño había soltado por el camino carreteable que conducía a la hacienda en donde en grupo y cada uno de los enamorados, tejieron ilusiones y leyendas que fueron olvidadas por los nuevos cantos, bailes y música, que llenaron las tarimas y los escenarios que ya se veían sin talento, incorporando fotografías que hoy están en el olvido.

 

A las 9.00 de la mañana el día se hizo tarde como la noche, una nube grisácea estaba apostada sobre el azul firmamento lanzando penas y congojas en la fina piel de los adolescentes que contenían la respiración porque sus ancestros les habían prohibido llorar a los varones sobre las carretas que dejan huellas en los verdes pinos que se tornaban crueles como látigo que deja a varios heridos. Allí estaban cerca los obreros con sus pesados troncos que llevaban en su espalda y no les permitían enterarse de la tragedia que los cuatro enamorados inexpertos padecían en contravía de lo citadino y del mismo campo. Ellos no se atrevieron a mirar el alboroto que estaba formando el aire de los amigos ni la brisa tormentosa que recorría las venas de los audaces relámpagos que se hacían cruces para no aceptar la realidad que los hizo trisas como cenizas al dejar salir al lirio que los entretenía y los hacia resplandecer de dicha porque sus corazones se estremecían y sus curvas tejían lágrimas al saber que jamás volverían a tocar sus caderas en esos amaneceres en donde las manos se colaban como huéspedes a escondidas de sus bilógicos aparecidos como magos.

 

El protagonista guardo silencio, no entendió porque debía partir a tierras lejanas para empezar de nuevo construyendo nidos y acariciando paisajes desconocidos en el horizonte, aunque hermosa la silueta a los ojos humanos también sembraba congoja al desconocido y su lozanía opacaba la de los arrendajos. Cada árbol traía consigo recuerdos y cada rama el idilio de repetir la mirada profunda que deja a quien se acerca o se aleja en temporada de león herido. El sol estaba muy atento a las miradas como fiel testigo de la última amapola en el romance dentro del libido que derramo sus primeros aromas y esos se impregnaron de aceites y fragancias. Todos al unísono bajaron la cabeza para despedirse de la tierra que los sostenía entre manos silenciosas y labios acomplejados como el idilio que ya empezaba a preocupar la retirada. El motor del carro encendió su marcha, una ruana nueva confeccionada con lana virgen de oveja blanca, cubrió el delicado cuerpo y la atlética figura del muchacho que con sigilo se despedía para siempre de sus andanzas de aprendiz enamorado, aunque en su mente estaría eterno cada remembranza con el protagonista de ese sembrado muy colorido que roso el dorso de caballo valiente al saltar las normas de la época en donde aun la electricidad no llegaba a todas las casas.

 

Los doncellos no se abrazaron en la retirada simplemente clavaron sus ojos grandes sobre la hermosa sombra que logro formarse debajo de la palma de coco que estaba sembrada muy cerca a los laureles que alguien había plantado cambiando de lugar la semilla que habían traído de una montaña alta sobre un valle y varios plantíos de rosas y claveles que se veían con un manantial natural que formaba la quebrada que bajaba del monte de Don Eustasio. El viaje sería de 24 horas por modernas autopistas y caminos destartalados que los aguaceros habían destruido y que los gobiernos amenazaban con pavimentar, pero nunca llegaba la pala ni el palustre, el alcalde del pueblo se negaba a firmar sin embargo el dinero de la inversión se esfumaba como polvo del desierto y aparecían más propiedades a nombre de los funcionarios. Él se imaginaba la aventura como nidos entre galaxias con luciérnagas y cantos sin amigos y para siempre llego la muerte de ese ruiseñor espléndido y que de él había aprendido hacer comparsas. Se sentó cómodamente en la parte delantera del automotor como para no clavar la vista sobre la cruel despedida y se puso un sombrero sobre su cabeza para disimular que no lloraba gotas de sangre al separarse de su amorío. Su corazón quedo partido y se entrecruzaron los sentimientos como llovizna de los atardeceres en los bosques y sobre baldosas brillantes como planeta aparecido entre el rebusque de los universos oscuros. No pudo resistir componer una nota con algunas penas con versos encendidos y creyó aumentar su memoria para no olvidar cada golondrina que también giraba revoloteando el retiro de las camisas y las caricias con su brebaje preferido entre las espinas.

 

¡Todo está listo dijo quién iba al volante! Las llantas del campero se movieron como docena de caballos con sus jinetes que giran sobre la pradera desconocida tejiendo una danza de arbustos y remolinos como si una fuerza sobrenatural nefasta se opusiera al romance de los adolescentes despiertos e intrépidos como tigres adoloridos en la rustica selva sin control ni medida. No hubo música casi al instante porque había dentro de los corazones una melodía que irradiaba melancolía como para idiotizar al astuto que había aceptado el viaje por las críticas que surgieron después de haber encontrado algunas cartas y secretos que guardaban los bolsillos de los pantalones y los abrigos que se quitaban una vez el sudor hacia su agosto tanto en los atardeceres como en las madrugadas. El ave gigante y tierna alzo vuelo entre los espesos matorrales y precipicios que estaban al lado y lado de la autopista amurallada con sus sobresaltados árboles y bosques que aún existen como para querer regresar el tiempo que nunca tuvo una planicie encantada. La retirada fue cruel y melancólica, desde ese instante jamás se volverían a ver y la usencia seria de por vida porque la distancia haría que otros rostros y cuerpos ocuparan la melodía de perder la joya al buscar reemplazo como en la propaganda de los políticos cuando de votos se trata.

 

Sus aliados y quejidos nunca lo alcanzarían de nuevo, el vuelo del cóndor lo llevaría a nuevos parajes sin musgos ni aguas cristalinas de esos riachuelos donde jugaron en aquellos días para disimular que nadando escondían las picardías y los amoríos que todos guardaban queriendo repetir a cada instante las caricias aun debajo de las enredaderas que hacían esconder los besos entre el agua y debajo de la tierra como cueva dentro del escondite y cada sentido que despertaba. Los adultos se hacían los inocentes para poder esclavizar a los infantes que aun obedecían las contradictorias normas de la farsa social que habían montado en ese relajo de mundo conocido escondiendo verdades que a todos empapaban. Los mayores llevaban doble vida, eran tan hipócritas que iban a un raído templo que ni siquiera tenía puerta de santidad sino columnas con figurillas de demonios que artistas infernales habían dibujado aun sobre las paredes para reemplazar la morbosidad que buscan en el falso idilio al correr las horas sobre presas o encantos que enlutan el alma. Durante el viaje guardo silencio, cerró por varias horas sus ojos para imaginar que era un sueño o una mentira la odisea que estaba viviendo por no tener la edad para independizarse ni el coraje para enfrentar a quienes conducían la enseñanza aprendizaje de la mentira y la codicia. Cada minuto el vehículo aumentaba la velocidad, el atrevido conductor que iba al volante creía ir sobre una nave invencible interplanetaria olvidando que las maquinas también traicionan a quienes creen que están sobre la cúspide escarlata y se olvidan que todo vehículo puede salirse de su entorno cuando un turpial o una mariposa pasa o un aire fresco y fuerte lo empapa.

 

Por fin recordó besos y abrazos que aún estaban tibios sobre su armonía y una sonrisa burlesca aclaro el medio día cuando quien manejaba el automotor dijo que era hora del almuerzo. El joven bajo del carro lentamente se paró junto a los abetos que estaban como floreros adornando el paisaje que lucía la temporada y sobre unas hiervas que aromatizaban el silencio de los sinsontes, lanzo un suspiro apagado para no herir el corazón partido y en sollozo, ingreso al recinto para decir que no tenía hambre y que el estómago estaba más pendiente del corazón que agonizaba. La hermosa doncella mesera lo miro de frente, le sonrió exclamando que en la cocina tenía algo fresco para ofrecerle y que ella podía si la esperaba complacerlo sin equipaje, le mostro la carta que el no quiso leer porque sus deseos estaban en la distancia y sobre el frondoso eucalipto que había dejado sobre las rocas en donde se quedaron los besos que aún no envejecen. La hermosa niña le siguió insistiendo, pero sus oídos estaban sordos, las caderas de la bella no lo hicieron responder al apetito y al oído le dijo que le diera un vaso con agua mientras escogía el reemplazo. Acepto comer una vianda que traía consigo como para imaginarse que otros estaban con él y disfrutaban de la rutina en la comarca. El conductor de nuevo insistió que debían continuar el viaje, su mirada estuvo fija al contrario de la vía, creyó ver muy cerca a esa realidad que abandonaba a quien logro esclarecer la duda y poner un lirio de oro sobre el girasol dormido que despertó aceptando la realidad que nada tiene que ver con los pensamientos de ilusos filósofos sino con el aire que de los pulmones emana y que hace coro de melodías diáfanas.

 

Dos horas más tarde lloro en silencio, sus lágrimas fueron secadas por el recuerdo y un pañuelo invisible guardo los restos que aún permanecen húmedos bajo un brillante sol que no logro calentar la dorada tela que guardaba entre el ocaso y la nueva salida. Su llanto estremeció al minuto mientras los segundos seguían atormentando la despedida y las horas sumaban otras distancias. Al entrar la noche llegaron por fin a la casona que sería su nueva morada como guarida y obligado tuvo que aceptar que estaba lejos y que no estaría cerca la hermosa mirada que como encanto había permanecido varias temporadas. El saludó en medio de la tristeza a quienes lo abrazaban fuertemente como un desconocido que se apega a los arbustos para disimular el disgusto, sin saber estaba a doce horas de distancia de aquel primer recorrido en la madrugada que hace nudos en la garganta y teje aromas turbulentos en las sábanas. El edecán de la nueva familia le dijo que allí a casi once horas en kilómetros como medida sus nuevos cuidanderos esperaban que se quedara varios años o de por vida. Esos lo invitaron para empezar una nueva odisea entre los estudios y el silencio de un pueblo que solo las campanas rompían con el sigilo porque no había intrépidos en los parques ni laureles en las esquinas y menos naranjas en las plazas. La ciudad gris lucia como si el planeta hubiera sido invadido por nubes oscuras que apagan aun al vino y destruyen el alma porque el frio es más intenso cuando hay añoranza y se hace más tibio cuando se está cerca la esperanza.

 

El hielo reinante de la zona amenazaba la alegría lesionando la fiesta sin aquella anterior temporada que recordaba en semblanza. En su primera noche escribió un verso con suspiros y estuvo triste al no ver la camisa a cuadros ni el pantalón de pana acostumbrado en la retaguardia, al mirar el reloj en la pared comprendió que no había dormido y que unas largas horas habían pasado lejos de casa. Las imágenes llegaban arrullando la soledad que sintió en sus venas, pensó que no debía haber nacido y que el mundo es ingrato por las personas que lesionan la tranquilidad en la estancia. La matrona lo fue a llamar al llegar la nueva mañana y traía en sus manos un mapa para que conociera la sabana y lo desconocido del nuevo poblado que hizo llanto desde la primera madrugada. Su estómago solo sentía sed de otra cosa menos de agua y su corazón palpitaba de agonía en su pena que ocasiona la distancia de no ver al ser querido ni a los amigos que estaban a miles de millas de distancia. Tres días duraron sus lágrimas, varios meses sus suspiros y todo el tiempo quiso volver a su plantío sobre todo cada mañana. No fue fácil acostumbrase a lo cotidiano de ese pueblo ni a los blancuzcos salones que se pintaban para conocer la limpieza de las paredes y los mismos paralizaron sus coqueteos porque no hubo una nueva brisa ni vientos que hicieran mover las hojas adolescentes que saltaban dentro de si para poder regresar a la conquista de sus añoranzas o recrear el tiempo que se había ido y que estaba pegado como hoja de cuaderno sin la fragancia.

 

A los seis años regreso con su diploma a la hacienda de sus lirios, camino aquellos parajes contemplando los claveles que aun brotaban sin necesidad de cultivos. No encontró los arrendajos que acostumbraban a pararse sobre las acacias y escucho un fino sonido del turpial que alimento en sus ratos de ocio y rutina el manantial que logro estar fresco cuando aún no había partido. Sus biológicos le mostraron el nuevo rumbo con varios tiquetes para viajar fuera de la nación de origen y especializarse al gusto de su progenitor que se creía propietario aun de las decisiones de su hijo y por llevar el apellido paterno sentía poder para manipular y controlar a quien obligado había salido a mansalva. Camino lentamente cada paraje, reviso los sitios por donde antes caminaba, trotando fue a la quebrada de los recuerdos y allí los campesinos le dijeron que ya no tendría compañía porque a la velocidad de la luz su resplandor de los 15, había partido al otro mundo en donde no llega señal y es imposible conversar por el mismo muro que nos pone la vida y que nos separa de quien como el agua se ha evaporado sin dejar huella y con mucha distancia.

 

No acepto consejos de sus viejos, se rebeló de las normas y se enfrentó a una fuerte decisión que rompió la historia de la familia y de la misma estancia, rasgo los tiquetes y destruyo los abrigos, simplemente les dijo que hacía seis años lo habían me obligado a dejar el plantío y quisieron que caprichos envejecidos olvidara el nido, pero ahora he decidido tomar otro sendero cambiando la rutina por un nuevo destino al conocer que los aliados del pasado allí ya no estaban, el más importante se había dormido, sus amores habían tomado otros planos o nuevas tierras, el ruiseñor de la estepa no sólo había partido sino que no volvería a verlo y su cadáver ya estaba muy frio sin saber en qué fosa se había fundido. Busco entre los recuerdos aquellas fotos que lo transportaban al tiempo perdido, acepto tranquilo salir de la zona sin hacer tanto ruido, de nuevo tomo algo de equipaje y cabalgo hasta el puerto cercano hasta encontrar una lancha que lo llevo al otro lado del rio donde localizaría la ruta para la gran ciudad y el nuevo caserío dejando su faena anterior dentro de un nicho perdido.

 

Por última vez lloro como infante sus fantasías añoradas para un final que se hizo cruel como despedida de toro fino y sonrió de tristeza viajando a la luna inhabitada imaginando que allí estaría sin testigos y sin casa. Tuvo que conformarse con observar esas fotografías que guardaban los otros críos que también se hicieron mayores y dejaron el caserío con nuevas historias y sin repetir las andanzas. Sus amigos y compinches de infancia también lejos habían partido. Nunca más se volverían a ver porque todos habían volado como la tormenta cuando se hace rio y ya estaban mayores y todo se cambia porque se impone la realidad a la farsa. No pudo exclamar que requería un nuevo abrigo, las comunicaciones estaban aun en remojo como el trigo y escribiría nuevas canciones y haría versos de nuevo aun sin panza.

 

Los adultos mayores eran expertos en mentir con gran señorío, todos tenían amante y la conseguían en las cantinas o en las plazas, esos disfrutaban de francachelas, tocaban piernas, senos, calzones y expertos retiraban las prendas sin distancia, cuando se pasaban de vinos tocaban el sur o el norte y afirmaban que se les fue la mano por el licor porque desconocían lo divino de la danza o simplemente fallaba la memoria como de fragata. Los pobladores montaban escenas de farsa como en el cine y nadie quería mostrar el verdadero colmillo de lobo que llevaban dentro igual o parecido a esas cantinas en la zona selvática o cerca a los caseríos donde de todo pasa.

 

Él nunca más quiso volver a ese paraje en donde había pasado su hermosa estancia, prometió no regresar jamás y no quiso ver el lugar donde creyó tener el infinito de nuevas añoranzas y allí en donde su adolescencia había creído encontrar el amor eterno sin obstáculos ni lanzas. Creyó que su memoria se había perdido y quiso guardar en el olvido las excelsas etapas anteriores cerrando con candado lo vivido, pero estuvo equivocado porque aún recuerda las andanzas y añora el mejor de los amores que hubo perdido, aunque cada día se aumenta la distancia y ya no está la misma fragancia ni hay caminos porque fueron reemplazados por otros amores que el mundo ofrece aunque algunos tienen coraza. 

Guacamayas Falsas

Guacamayas Falsas (Por Leomas):


El grotesco espectáculo se planeó con antelación al insólito evento farandulero para organizar en primer plano el club de las falsas guacamayas, como segundo eslabón la creación de la propaganda de guacamayos sin huevos y en tercer lugar el gran desfile carnavalesco para competir con el famoso y único carnaval de Rio de Janeiro en Brasil en donde todos los participantes guacamayados llevarían debajo de sus calzones, finas tangas de seda que disimularían a las ancianas y decrepitas moscas que aún tienen y se les ve las antenas. Se les notó el aguijón masculino, aunque no les sirve para modelar músculos, porque no hay comunicación entre los mensajes que llegaban fuera de la atmósfera planetaria donde vivían y la ubicación de la planicie morbocifera donde ponían sus patas.

 

Ellas mismas orinaban sentadas como en inodoro de tienda de licor o como en los recaderos dentro de los graneros de grillos gelatinosos de la estepa y de la misma montaña escondida. Alguna vez quisieron cabalgar como intrépidos jinetes sobre caballos sin cascos y con menos espalda que los saltamontes y no soportaban sillas doradas sobre lomos invertidos que poseían. Todas las participantes del panfleto se sentían reinas de belleza con complejos narcisistas, sin embargo, no tenían finas caderas y más bien eran esqueletos ambulantes que se ofrecían en las calles para llorar en los funerales de los blancos abejorros cerca del Mar Mediterráneo o en lugares vecinos al Mar del Norte. Varias veces esas mismas habían servido como damas de compañía de ciertos cucarrones que subían y bajaban de todos los puntos cardinales al lugar donde se habían incubado o eran obligadas a visitar camas nauseabundas que se desbaratan con el primer temblor de las placas, por contrabandistas y trata de las famosas blancas mariposas que secuestraban en las riberas de los ríos africanos.

 

Esas eran conscientes que el insólito carnaval de Rio de Janeiro llevaba varias décadas en la escena de la historia brasilera suramericana, y que ese no tenía competidores dentro de las artes dramáticas como certamen fiestero, parrandero y artístico. Pensaron las postizas guacamayas que al hacer público el asqueroso certamen se enfrentarían al pintoresco evento de Brasil, originarían más división entre las otras falsas guacamayas del norte y de aquellas que desde Europa gritaban como lobas asustadas al solicitar ingeniosos y fantásticos derechos inmerecidos, debutando con las verdaderas y hermosas multicolores guacamayas de la Selva Amazonas en Sur América, con aquellas que aun el mortal terrícola no se ha almorzado en África, rivalizarían con otras de aquellos lugares en varios territorios que conformaban el Mar Caribe o con las guacamayas de las tres Guayanas que aun logran mantenerse vivas y volando lejos de la moribunda civilización. "Las pobres falsas guacamayas que ni candongas usan, porque ni orejas tienen".

 

En grupo las perversas tejieron la fanfarria sobre sueños guajiros que exportaron de la planicie de los grillos blancos extranjeros, enseñaron a los criollos abejorros el arte de transformar mezclando la hoja alcaloide con químicos para lograr en laboratorios improvisados convertir en sustancias nocivas para la falsa guacamayada que aun sobrevive sobre las praderas y que lucen faldas de colorines semejantes a remiendos de hechiceros del otrora sanedrín en las orgias rezanderas que la historia aun conoce. Las dos especies guacamayadas entre la realidad, fanfarroneo y ficción, se enfrentaron con los cuervos provenientes del este norteño que arribaron meses atrás a la zona para diseñar estrategias de la propaganda sin curvas amuralladas y con el deseo de aumentar el dinero en los bancos de sus cuentas corrientes, buscaron a otros desocupados estafadores que se creían periodistas para mostrarlos de frente con las verdaderas guacamayas selváticas que con heroísmo y valentía, habían sobresalido sin extinguirse de la tala de los bosques, por culpa de cuervos que usurparon y saquearon 200 años atrás, las delicias producidas por la tierra mágica y desde el suelo productivo como encanto de dioses. Las verdaderas usaron sus hábitos animalescos para que los aparecidos voladores no se robaran huevos, nidos, chamizos de la construcción como dormitorios y evitaron en lo posible que no cometieran pedofilia y pederastia con sus críos y crías que ya estaban tratando de volar con curvas mecedoras en esa temporada por las praderas y estepas de la jungla que sin malicia espontáneamente aparecían entre los pervertidos turistas que arribaban sin contratiempo con utensilios semi ovalados de plástico y con aroma artificial imitando al de la fresa, guayaba o mango. 

 

Los más valientes adolescentes guacamayos verdaderos entre sus crías habían atravesado la frontera publicitada, iban buscando sueños inventados por los explotadores de sirvientes, esos corrían peligro con aquellos que se quedaban fuera de las fronteras. Los más hermosos animalitos con cadera sobresaliente eran devorados por familias lascivas que en grupo llegaban y que provenían de los desiertos del norte y oriente. Las verdaderas guacamayas eran conocedoras que por la hermosura de sus alas sobresalían entre otras especies, estas estaban seguras de que su situación y colorido natural las ponía en peligro de ser esclavizadas igual o peor a la prostitución generada por las avispas blancas, por coyotes de dos patas que lograban introducirlas ilegalmente a territorios discriminativos y las sometían en los caminos a vejámenes, mermando como en vía de extinción aun con violaciones y tocaderas silenciosas que hacían extasiar las comederas. Las injusticias cometidas por cavernícolas depredadores, hizo su propio agosto con la cantidad de crías en aumento que nacieron sin progenitor, disminuyendo de paso la vida de varias especies, destruyendo a otras familias humanas y animalescas, por la ambición de apoderarse de recursos, privilegios y oportunidades que deberían ser de todos. 

 

Llegaron nuevas artimañas a la civilización desmoronada y fueron muy parecidas las argucias a las usadas por las monarquías animalescas que en el pasado invadieron territorios vírgenes y esas robaron hasta la dignidad del color de las alas aun de insectos y cucarrones marrones de la tierra color bermejo. La comisión fiestera guacamayada con genética invasora envió recolectores de estiércol de guacamayos a la tierra viviente en la Selva Amazonas, al mismo lugar donde se ubicaban las reales guacamayas creadas, allí estaba el recurso para confeccionar ciertos trajes que lucirían en el drama de los remiendos grasoso sin lucidez ni moda, pero nada igual o semejante con la ópera de los murciélagos, con las zarzuelas de los vampiros del oriente, norte, sur y occidente. Esos no insertaron el aguijón emocionante porque hasta el apellido materno se había quedado sin el órgano preferido que multiplicaba la vida y el mismo que teje historias en la recreación de gallos, gallinas, ratas, virus y cucarachas. Durante tres meses recogieron abundante estiércol de guacamayo que se iban introduciendo en costales y sacos malolientes sobrantes en las anteriores cosechas entre cultivos que llenaban las barrigas de cabras, mulas y burros que se apostaban al lado de la montaña y muy cerca a los hongos alucinógenos que crecían sin control en cualquier parte como plaga. 

 

Como los recolectores de la mierdolaga guacamayada no eran expertos en naturalia, equivocadamente mezclaron otros desechos intestinados mezclándolo como la caca de loros, pericos, cotorras, mirlas, chimpancés, guacharacas, gallinas y gallos silvestres del sur. 3000 bultos de estiércol lograron llenar y fueron transportados en gigantes barcos alquilados a los lobos y zorros gobernantes vía marítima. Estas embarcaciones atravesaron las aguas del Mar Caribe, viajaron largas distancias para lograr llegar al puerto del retazo y de las viandas blanquecinas. Algunos llevaban obreros ilegales escondidos en sus bodegas y para evitar pagar el trabajo con salarios justos, los obligaba a devolver el favor del escondite que no tuvo nombre en la travesía. No hubo necesidad de un contrato escrito porque los abogados estaban en la cárcel por corruptos y estafadores, los marinos cucarachos que conducían las naves también de vez en cuando se desayunaban o almorzaban tanto a las hembras como a los machos, y los capitanes de los vehículos sobre los mares se los comían como cena nocturna seleccionando a quienes tenían mejor cola o cadera. 

 

Sobre la terraza del puerto fueron descargados los costales por los intrépidos obreros mal remunerados que desconocían el contenido de cada saco con materia estiercolada, luego cada costal fue llevado a una bodega para almacenarlos donde agujas de artistas amanerados con huevos de saltamontes, empezaban a plasmar los trajes que luciría la jauría haragana el día de la inauguración del nuevo club falso guacamayado. La organización del certamen los condujo al territorio infernal de grillos y goleros de la selva escarlata o los llevo a ciudades de cemento y hormigón como nenas de cabaré. De seguro fueron a tabernas, antros, cantinas, desfiles, pantomimas, títeres, comedias y hasta a burdeles de mala muerte o a salones donde lo íntimo se hace libre con picardía. Se enteraron de que el recato se pierde con lociones y harinas que hacen desquiciar al más sabio de los perros o a quienes se creen tigres, hienas o leones sin tener mandíbula o barba callejera. El artista autor del prosopopeyo estiercolado creyó hacerse millonario, pensó que confeccionaría con astucia otros trajes y faldas estiercoladas para otros comensales que también estaban en la lista de los desocupados que usaban como costumbre la mentira y trampa para exprimir la sangre a quienes como animales incautos trabajaban y producían, y con engaños y argucias de los grillos insulares del otro norte como isla varios cayeron en la jugada estafada. 

 

De pronto arribo el mediocre artista el día 1 de marzo (año 2003), a la urbe contaminada de estiércol guacamayado conocida como ciudad Yankee, Estado Nueva Hambre, Gringolandia, allí fue recibido por los comités guacamayados que se contorneaban como vedetes de salacunas. El hábil supuesto creativo animalito les diseñaría y confeccionaría los trajes a las vedetes guacamayas sin cola, haría cada cachivache para la gran comilona, con el estiércol selvático y la mierda mezclada, y lograría dejar la fiesta de los ilusos comediantes de tragedias imaginadas como si cumpliera una tarea quijotesca y ni siquiera llegaba su talento para freír un huevo en la cocina de las brujas de la coca. Este vivaracho fue traído en Jet Express de la Isla de Britania con todos los gastos pagos, él también llego con un joven atlético guacamayo inmigrante de alas postizas de piel color canela, pero sin motivos guacamayados y parecía un corcel macho de esos que abundan en los potreros texanos de la disputa. Los organizadores le entregaron el proyecto contrato con las ideas que debía diseñar y confeccionar, y así le enumeraron: 

 

Usted y su equipo debe diseñar y confeccionar, 4 Mitras alargadas guacamayadas con buena punta, 4 capas imperiales guacamayadas con retazos de alas de mariposa en la espalda, 4 sombreros festivos redondos guacamayados imitando al circo romano, 1 alfombra color rojo carmesí con motivos guacamayados en el centro para colocaría sobre el altar de la francachela, 1 alfombra rosada con aires guacamayados a los lados para instalarla en la pasarela de la procesión y modelaje, 30 cortinas de seda y nácar guacamayadas de color transparente y granate para los muros improvisados, 300 manteles bordados para las mesas de los invitados con figuras de hermosos y atléticos jóvenes guacamayos, 500 servilletas de satín color semi purpura con siluetas de esbeltos jóvenes amanerados guacamayos, decoración de 2 mil copas de vidrio con esfinges de machos musculosos guacamayos, 500 tarjetas de invitación en papel celofán cartulina de varios colores con alegorías de duendecillos varones guacamayos y doncellas guacamayas por si las moscas, y otras prendas íntimas que en privado le dirían y que se pondría los integrantes del club guacamayesco en la primera madrugada post evento. 

 

Se le recomendó al farsante artista de medio pelo no dejar por fuera de sus diseños y pinturas, las figuras de los hermosos pericos australianos ni a los tigres de Bengala de África, Indonesia y Filipinas. Debía recordar el mediocre extremadamente costoso, que cada día de la confección debía pensar en las curvas de los bellos osos panda, sería necesaria agregar a la pantomima, carrusel y fiestón, la malicia morbosa de los invasores a tierra indígena, para deleitar el paladar de los participantes, el gusto apetito de los chulos de oriente y las exigencias de los cuervos de Britania, que también estarían en la reunión guacamayada y que serían los patrocinadores de las acciones de este singular club falso guacamayesco del futuro y que se aprovecharían del gusto de los desviados conejos citadinos blancuzcos para aumentar fortuna y suerte. No querían nada que imitara la piel de color negro, ni rasgos orientales y menos asiáticos, porque se les lesionaría la fiesta guacamayada. 

 

El artista estiercolado engañó a cada cliente interesado en sus trajes, el nuevo rol estiercolado lesiono el contrato entre el principiante infernal y los comensales del pasquín, como rebusque de baratija, muñeco estafador o falso comerciante sobre aquellos que usaron la falsa moda para pervertir las sanas costumbres de los verdaderos guacamayos de la jungla o para desviar la calidad que antes contenían los excelentes productos en el mercado y aun en la confecciones que se hacían a la perfección para no estafar la voluntad de los solteros ruiseñores, destruir la castidad y pureza de arrendajos y turpiales que abundaban en la selva virgen casi arenosa por la desforestación. Sobre un largo lienzo extraído y llevado a otro sastre, tejido con fibra de costales de fique, fueron uniendo cada gramo del material transportado, con otros sobrantes que estuvieron almacenados en los sacos de tela de panela criolla en gigantes bodegas con productos de contrabando o comercio de sustancias ilícitas o en donde se guardaba la semilla de la bebida que hizo otra estafa en el pasado. 

 

Las cuerdas fueron distribuidas quedando extendidas en forma tejida como tela mágica de brujos sobre el césped a orillas de montaña hechizada, con brochas de mimbre y espátulas de aluminio fueron anexando el fresco y putrefacto estiércol guacamayado sobre la superficie confeccionando una extensa tela que brillaba con falsedad, pero muy parecida a estampas o bordados que usaron otros estafadores en mansiones, palacios o castillos del ayer en donde muerte, reliquias, matachos, esfinges, violaciones y secuestro, siguen como historia con hechos macabros que se repiten hoy como si fuera ayer en donde aprovechaban las propiedades del asesinado para robarlas. 

 

El artista de pacotilla dejo secar su creación sospechosa por varios días debajo de los rayos del sol al final de esa primavera y comienzos de verano. De vez en cuando rociaba agua sobre el experimento para comprobar cada 24 horas que se estaba madurando y endureciendo la tragedia sobre la tela fosforescente sofisticada que serviría de disimulo al mierdero que ya se estaba cocinando como burdel de pobre embrutecido. El confeccionista mezclo pegante extraído del almidón de yuca de Brasil, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, para que se adhiriera como costura perfecta de monstruos que se apoderan de la fiesta y de la sábana que sirve de estera a quienes tejen muecas de amor en la subasta de necios e ineptos. La sastrería guacamayada luciría gustosa al apetito de cucarachos, ratas, garrapatas, moscos de las estepas, grillos, niguas, chinches, pulgas, moscas grises, avispas, saltamontes, ranas, renacuajos, niguas y comejenes invitados a la parranda no santa.

 

Cada falsa guacamaya creía que lo degustaría como sopa de tornillo el día prometido que como algarabía esperaban ansiosos el nuevo carnaval de ciruelas, tomates y pasas. Estuvieron seguros que allí gozarían entre bailes, sancocho de borracho o chicha masticada por las tribus aborígenes amerindias, esos irripios holgazanes y harían saber que ellos considerarían un día histórico maldito para la raza que caminaba desde antes del diluvio universal al abismo de los lagartos que aún viven en los acantilados de las cuevas, y esas miran al precipicio infernal de la galaxia cobradora de desmanes y de dichos injustos en donde residen los goleros, cafres y sus críos. 

 

Una semana después del estiércol secado, regó sobre el lienzo estiercolado estirado con broches de palo de palmera de coco, lociones y aceites extraídos de pétalos de rosas y claveles provenientes de Centro América, Jamaica, Islas Vírgenes, Trinidad y Tobago, y Las Granadinas. Para disimular el olor estiercolado nauseabundo propio de la descomposición natural de la mierda, sobre los bordes dejo caer pedazos de alas de mariposas disecadas también en descomposición para que fuera lo más parecido a un circo ambulante sin música, y los payasos lograrían llegar también al fiesto guacamayado sin tener que pagar peaje a los grillos de las autopistas que habían hecho empresas y riquezas explotando y estafando a las indefensas patas que los alimentaban con sus huevos que deleitaban con morbosidad y picardía, porque les hacía recordar la odisea de Alejandro Magno que saboreo la mierda junto a dioses del olimpo donde arrodillado ponía sus labios y recordaba la narración de Homero y las hazanas del Rey Tigre sabanero. 

 

El supuesto innovador coloco esqueletos de gusanos sobre las esquinas de la tela, imitando cruces y campanarios para hacer aparecer columnas de poder semejante al falso gobierno de las fábricas modernas de monseñores, simplemente con astucia ubico moscas disecadas que relucían como si el otrora imperio hubiera resucitado entre los muertos o como si nuevas galaxias esmaltadas arribaran a la tierra de los cavernícolas mortales y de paso seguir en el engaño que hace la farsa de los desocupados delincuentes que consiguen sus presas en las cantinas del derroche con los usurpado a los trabajadores cucarrones verdes. Esos mismos siguen usando la estrategia de la guerra para hacer creer con mentiras y rezos ensotanados que el estiércol es medicinal o simplemente que se puede negociar la mierda para aumentar la riqueza y seguir en las ambiciones lisonjeras. 

 

Varios cómplices de la farsa encadenada no quieren perder el horizonte millonario que los equivocados ratones obtienen sin hacer esfuerzo como zánganos de la colmena que usurpan las ratas astutas para no fabricar sus propios nidos y usar los huecos existentes entre los arbustos y matas que aun cerca al suelo subsisten cerca de ríos y ciénegas. Algunos del mismo club hicieron creer que el estiércol era comestible, que se podía vender al mejor postor entre las mafias que se disputan lugares que pertenecen a las hermosas guacamayas que revolotean solamente por aquellos territorios en donde aún no ha ingresado lo putrefacto del astuto caimán de la estepa, del miserable cocodrilo del pantano o en la zona de las iguanas inocentes que también se hacen comida a la garganta de los apestosos goleros en crecimiento como críos.

 

Se completó la faena de la confección después de tres meses de intenso trabajo entre modistos mediocres y sastres ineptos y con restos de plumas de pájaros de mal agüero disecados en la subasta de los rufianes, anexaron nuevos motivos guacamayados, luego se le siguió agregando dibujos en triángulos geométricos para que la nueva confección imitaran a los armarios donde se guardaron por varios siglos los remiendos de sus ancestros iguales o peores a los nuevos artistas de la molienda desenfrenada. Hubo deseos de creer que todo era arte, creación e innovación, esos hicieron bordados con lentejuelas plateadas y canutillos dorados que se colocaron finamente sobre los destartalados trajes. Para disimular la procedencia del material y el olor que se impregna después de salir el sol cada día, acomodaron ungüentos y cremas extraídas de los tallos gruesos de eucaliptos y cedros que aun sobreviven en la barbarie talada como sopa radioactiva sin casta entre arbustos que tejen sonrisas amorosas para los falsos de la tarima del rebusque. 

Otros mortales inexpertos que se enteraron de la noticia por accidente dijeron que ellos eran también artistas diseñadores, estos llegaron a la promoción, lograron agarrar algo en efectivo de la misma inversión, recrearon con artimañas hasta lo imposible para que los trajes y sus payasadas quedaran casi a la perfección para la pasarela que el público disfrutaría al ver la irrisoria parranda como rito, culto, evento y ceremonia. Creían que la fiesta del mediocre derroche los llevaría al camino perfecto para llegar al infierno de los mirlos sin tener que pagar peaje usurero que cometen las autopistas terrícolas cuando de riqueza se trata dentro del otro robo de las leyes emanadas y escritas concejales, diputados, asambleístas, políticos y hasta gobernantes, que obligan a pagar con dinero o en especie, sumas suntuosas de estafa, si ellos no cancelan a tiempo la estafa de la risa usan a sus militares, policías y guardaespaldas, para golpear o matar a quien no obedezca la injusta ley en territorio de rio revuelto o en la retaguardia de pasiones que hacen vomitar aun a quienes sobrios ven pasar el espectáculo guacamayado en varios estrados dentro del sistema gobernante o dentro del régimen de muerte impuesto por la estrategia de la competencia que ellos mismos han orquestado por fuera de sus amigos, lejos de las fronteras y participan de orgias y bacanales junto a la diosa de la comedia animalesca de la vida inventada. 

 

La prensa derechista y la misma izquierdista hicieron el montaje de la publicidad guacamayada para agarrar a otros tontos que también sueltan el billullo en la propaganda y asisten a esas fiestas para afirmar que pertenecen a las mejores familias, que están en altos estratos sociales, que vienen de sangre de ángeles, querubines, serafines y de otros dioses inventados por los estafadores y mentirosos entre los filósofos de Grecia. La verdad nunca la dicen a la luz del día, porque ellos saben con seguridad que su ancestro y genética proviene de demonios, dragones, alcantarillas y monstruos. 

 

Una vez la algarabía alcanza el clímax para ellos según sus normas, el final es feliz y esculpen con semilla muerta estatuas sagradas, los mismos hacen de la parranda un evento inimaginable que se recordara como la masacre del arte y de la norma, y es acompañada de alcohol, comida, vino, baile, sexo, y de lo otro que sucede en las francachelas con las mejores compañías, con sus especies alcalinizadas y blanquecinas, con la caída de calzones, pantalones y calzoncillos, aun en la retaguardia de los bohemios o de machos abejorros que se esconden debajo de las escaleras de las raíces. 

 

Todo estaría listo como a intemperie de feria o montaje innovador de subasta para el debut de los vagos que hacen creer a los incautos que ellos tienen poder para transformar hasta la materia y el mismo estiércol, porque creen hacer parte de alquimistas magos de siempre, que su sangre está protegida por la genética procedente de Merlín y Rasputín, del dios Hades del inframundo y de la diosa Ates de la fatalidad, son capaces de transformar la mierda en oro, plata o convierten el estiércol en una piedra preciosa para que otros luzcan su propio narcicismo en los espejos de la aguas contaminadas de molienda de radiación y muerte azufrada.

 

El creativo expuso los trajes de la exhibición sobre la moribunda mesa de los caprichos con sus protagonistas y compinches, los visitantes primíparos de la exposición artística debían conocer todo eso que se puede hacer con la mierda de los hermosos animalitos que vuelan sobre la selva encantada, que no tuercen ni contornean su cuerpo, porque permanecen esbeltos por naturaleza, sin innovación en la retirada de arrugas y años viejos donde se caen hasta los dientes y muelas, aun así los decrépitos buscan pasto tierno porque tienen la costumbre de llorar sobre árboles adolescentes sin intelecto ni curvas frescas. 

 

El día estuvo acompañado de fotógrafos que se contrataron para dar el visto bueno a los trajes guacamayados con sus diseños de finos y variados colores que empezaron a salir en la prensa amarillista y mentirosa con la figura de especies diversas, en donde el género de los guacamayos debía transformarse en pantomima para ingresar en la moda aparecida sin tocar la cola de la real guacamaya, porque se debe prohibir hábitos anteriores que se practicaron por varios siglos en las colmenas de los abuelos guacamayos o de las abuelas moscas encantadas, esas nunca se imaginaron que sus nietos y biznietos, usarían la mierda para envolver ventanas, puertas y usarían sus bocas para toman el espeso veneno como si fuera chicha o guarapo de las meriendas.

 

Todos los invitados traerían a la fiesta guacamayada nuevos inventos con derechos comerciales, notariales y sociales, aparecieron organizaciones guacamayados tanto en sus provincias como en otros lugares para la estafa. Estos diseñaron planes para recoger dinero en rio revuelto con mañas y caprichos de otros vagos que llegaron como oportunistas para recrear con libros y discursos las otras estafas que se hacen entre ideologías que se enfrentan a realidades sanas y naturales de la misma selva o sobre los montes entre las cuevas de murciélagos o en los escondites de las hermosas lagartijas que se esconden para que no les cambien la costumbre. Otros insectos ingresaron usando el trueque y el fanfarroneo de baratijas que la mente mortal teje cuando falla el coeficiente intelectual o simplemente cuando no hay sesos dentro del cerebro para profundizar el pensamiento con nuevas iniciativas o plasmar proyectos que avivan la producción y el mismo sano esparcimiento tan merecido aun para quienes como invisibles sufren el atropello de asnos y del mismo ocaso en las noches invisibles de los perezosos. 

Y cuando la propaganda estuvo caliente, aparecieron vivarachos que inventaron canciones y emociones para comprometer el corazón animalesco de los rufianes del cementerio y de aquellas gacelas nocturnas clonadas como gatos. Los invisibles animalitos tuvieron que sufrir el látigo de los injustos coyotes, de otros estafadores que venden como matachos o estatuas, bultos, imágenes o esfinges, para que los tontos se arrodillen y depositen dentro de estas monedas y billetes producto del sudor y el trabajo de los excelsos hormiguitos, en el mismo carnaval de la contienda y dentro del paquete estiercolado que entrega la vida o la muerte en aquellos lugares mundanos en descomposición. Hay otros que hacen creer que son santitos, que hacen milagros y es allí en donde tocan las curvas a los transeúntes doncellos y doncellas para que no derramen lágrimas de cocodrilo o leche de bisonte sobre labios. Esos afirman que el toque no envejece, pero que sí endulza el paladar del pervertido gusano que se arrodilla alistando sus orificios para completar su propia faena con su jeta en la fiesta colorante entre la barbarie y el disimulo putrefacto de la inmundicia.

 

El tal innovador británico trabajo meneando su cadera de lado a lado varios días en la bodega de los recuerdos, con luz artificial debajo de una lampara de murano, corto moldes y cartulinas, tomo medidas e hizo planes de la nueva moda en su cabeza, planeo cómo confeccionaría la mentira bien orquestada por los cuervos que pagaban la hazaña con el dinero de las ofrendas y del diezmo que robaban a los creyentes que siempre creyeron que eran representantes del dios de la lluvia, del viento o del trueno, comió gratis pastel de manzana preparado por Doña Segismunda de Orto, bajo la complicidad del fraude y el derroche para el citado día del festucho que aun los lagartos más del sur disfrutarían. Logro el pelafustán hacer plasmar las recomendaciones de sus amos, poco a poco fue avanzando hasta que llego el día esperado por los organizadores de la francachela para la molienda de los vagos y todos al ver la maravillosa costura insípida de la ocasión almidonada dieron el visto bueno a cada remiendo guacamayado de las improvisadas innovaciones y a las mismas prendas de tela que el invitado extranjero había presentado como confección guacamayada perfecta. 

 

De vez en cuando el feo narcisista blanco llamaba por un teléfono moderno también producto de la injusticia del cobro mensual aprovechado para estafar con ilusiones perdidas las imágenes que los tontos quieren ver en la pantalla chica de los desocupados vampiros citadinos y pueblerinos, marcando contantemente números digitales a las Repúblicas de Colombia y a la República Bolivariana de Venezuela, para solicitar asesoría a la misma innovación. Él estaba muy seguro que en esos dos países suramericanos hay expertos fanfarrones conocidos como malandros de la cuchilla quirúrgica en fabricar reinas de belleza remendonas y provocativas para el negocio pasaril, en poner nalgas postizas, tetas de silicona, cintura de avispas culonas, piernas lijadas sin venas sobresalientes como fideos, nariz aguileñas respingadas, tetas gigantes de vaca parda en feria, tetas redondas como toronjas de plaza de mercado de las pulgas, tetas largas como plátanos de clima templado del Brasil y Republica Dominicana, caderas finas de cabra montañera de los farallones, muslos contorneados de perra pastora alemán cruzada o muslos de perro de cacería de los de Don Abundio del Tamo, y un sin número de remiendos postizos agregados al cuerpo que ayudarían al artista extranjero a confeccionar los mejores trajes para el club de las falsas guacamayas y para seguir el negocio de la usura aún mas allá de las fronteras del continente invadido por la plaga del norte desde 1942. 

 

El innovador nunca informó a sus jefes de las conexiones que tenía con el lado sur del continente atropellado porque él era consciente que sus jefes sembraban discriminación y racismo a los verdaderos propietarios del suelo que aun desconocía, ellos lo contrataron porque éste culebrero tenía fama de influencer en las nuevas redes sociales y simplemente afirmaba que su mente era muy creativa, que un ser superior lo había regalado el don del drama, lo había dotado de talento y habilidad no solo para el arte sino para cambiar vestidos y trajes de antaño en nuevos diseños que se harían moda en las tierras de los incautos y en las mismas cavernas de ciudades y pueblos de los vanidosos zorros que caminaban en las noches a ver que puerta estaba sin seguro con calzones y tangas de seda también remendonas entre los acantilados de los altos muros de antros de muerte.

 

El astuto isleño engendrado por el gallo de Jaramillo también engaño a las falsas guacamayas con lujo de detalles como si fuera una reencarnación paisa de la región antioqueña farandulera de las camisas negras y blancas, les confirmo que él era experto en cosmetología y belleza animalesca, que su experiencia le daba autoridad para recomendar algunos trucos aparentando juventud y lozanía eterna sobre la piel y ante todo sobre el rostro para quienes desfilarían en el carnaval bullicioso de los costales estiercolados, para hembras y machos que ya pasaban de 40, 50 y 60 aniversarios o abriles para no perder la costumbre histórica de los mimos. Entonces contactó a otros estafadores que volaban con alas prestadas a los chulos de Francia y España, donde esos afirmaban que eran expertos para diseñar otros espectáculos de lociones, perfumes y cremas, y que sabían cómo disimular las arrugas, rejuvenecer los vejestorios andamios de piel, destruir las celulitis y estrías. 

 

Les cobro además otro tanto en libras esterlinas o en dinero gringolando por darles frases o palabras robadas a los escritores surrealistas, que sostenían alientos medicinales y que había aprendido en su vagancia callejera adolescente en las calles del muestreo prostituto de la oferta y demanda. Dijo que él estaba dispuesto a retirar las neoplasias como papilomas cutáneos, verrugas, parches marrones ásperos (queratosis seborreica), y otras manchas. Que como estas deficiencias son más comunes en los aminales mayores que pasan sus 40 diciembres, los haría ver siempre de 20 y así lograrían visitar las playas que ofrecen muchachos o muchachas para complacer a los ancianos sancudos que las visitan o hacer vibrar las arrugas de las viejas cucarachas que pagan billetes verdes sonados para un mosco joven les inyecte el paludismo o la fiebre amarilla. Él les diría como retirar las machas rosadas (queratosis actínica), y que les ensenaría además les daría fórmulas mágicas de minerales seleccionados y extraídas de libros desconocidos, pero que el poseía porque las había heredado de las garzas del pantano y bien aplicadas evitarían que esas manchas les produzca cáncer en sus tejidos y piel.

 

Las prendas y las enseñanzas antes del desfile pasarela y debut estaban listas para cumplir y complacer a las haraganas falsas guacamayas que soltaron el dinero de la inversión y que eran monedan legales del banco de la ofrenda de los zorrillos de color amarillezco combinado con blanco. En la misma farsa aun ellas también fueron estafadas por el artista creativo de tangas de seda con olor a canela incrustado. Todo sucedió a la medida de lo esperado, no hubo critica porque también usaron sus propios armarios y espejos para medir el cuerpo de las reinas evaporadas con sus vestidos y confecciones fabricadas, los mismos servirían para la historia rosada o purpura que tejen espíritus de otros mundos o entidades subterráneas aun de alcantarillas y precipicios. 

 

En octubre 20, 2003, las prendas y consejos se expusieron a la intemperie de los borrachos junto a un brindis con vinos y champañas traídas de Alemania, España, Italia, Holanda y Portugal. Los organizadores no autorizaron poner sobre las mesas licores del sur del continente de la fiesta porque se debían exponer sólo licores europeos, australianos o ingleses, porque según ellos de allí vienen las mejores familias con sus apellidos alquimistas expertos en robos y artimañas ancestrales. Fue en esos pueblos y naciones dijo, en donde se inventó en el pasado la inquisición fusiladora de la vida como manjar para calmar el pecado y como herramienta para someter con discursos y oraciones guacamayadas a santos ratoncitos que escasamente se robaban el queso que los animales mayores dejaban caer debajo de sus mesas o que añejados lograban envejecer o podrir en sus alacenas de alimentos y estos los tomaban de vez en cuando en las madrugadas.

 

Todos los invitados quedaron admirados de los nuevos trajes y de cada cachivache como invento e ingenio. Ellos se alistaron para la muerte de sus propios fantasmas y vampiros que chupaban la sangre con el despertar en las madrugadas o en el día porque eran dormilones, usaron estrategias malévolas para envolver las conciencias a las pequeñas e indefensas hormigas que trabajaban sin descansar y que no alcanzaban a cobrar el sueldo porque eran fumigadas con la radiación que producían los aparatos que disparan los militares y policías, y que al usarse para la guerra eran responsables del exterminio de las gigantes cucarachas alargadas y monas del Polo Sur, que bajaban y visitaban a sus vecinos para que eligieran dementes como mandatarios para que mejor los gobiernen como casta, que como vagos e improductivos no gustan de las falsas guacamayas, pero por miedo a perder el equilibrio orquestado como sangre real en las colmenas de la escuelita de Doña Rita, del Instituto de Don Leopoldo del Corral o de la Universidad de Doña Carmela Cabeza de Vaca, bailan con el son cubano para hacer creer que también tienen panza o se mueven con el reguetón y lograr mostrar sus irrisorias nalgas imitando a las otras ratas que también visitan Cali y para sentir entre sus ambiciones lisonjeras que es allí en donde nunca habrán lomas.

 

También se anexo algo de fobia sobre la guachafita remendona, así los unos no gustan de los otros y otros no gustan de los unos. Esos detestan a otros animalitos porque los culpan de tener largas y gruesas antenas cabezonas que poseen también los murciélagos, Dijeron que esos hacían su agosto mezquino cuando de montar el sexo contrario o de las crías que con disimulo tratan. Varios de los concubinos participantes de la alcachofa sintieron envidia de las grandes crestas de los gallos de oriente y del sur porque esos no pagan la cabalgata y sus hembras no protestan la incomodidad del toque toca. En cada uno de los territorios donde viven ciertos marginados animalitos por sus encantos y es allí donde los envidiosos nunca llegan, porque esos como no prefieren armarios sino camas o chamiceras entre su vegetación selvática para los amoríos y apretones, y nunca se encierran ni se disfrazan, entonces creen que es mejor guardar distancia pandémica de ciertos bichos que aún no son populares en la subasta carnavalesca

 

Y llego el día de la algarabía, francachela, comilona y fiesta, sobre una pista de hockey sobre hielo, en la Ciudad Yankee, Estado Nueva Hambre, Gringolandia, el día 2 de noviembre, año 2003, las turbas y pandillas de animalitos llegaron al espectáculo para presenciar el escenario del drama montado, traían algunos de los invitados paraguas porque la lluvia amagaba con caer durante el día y ráfagas de viento anunciaban que posiblemente arribarían tornados desde el suelo hasta el firmamento de los desocupados vampiros que se reunían para improvisar la nueva corriente global del género maquiavélico orquestado por el grupo de ratones que se educaron en la universidad de la taberna y la discoteca encantada y cuyos propietarios eran los abejorros blancos que usaban sotanas babilónicas infernales color rojo escarlata y que abren las puertas del infierno donde viven los compinches de los sapos gigantes escurridizos. La procesión guacamayada empezó 15 minutos tarde y después de la hora anunciada como inglesa. Las tres vedetes más importantes como putas de cabaré estuvieron en fila india sin joroba momentánea como esperando clientes o como caravanas de diablillos que se alistan para saludar a los duendes que bajan de la montaña al pozo de los sátrapas del vicio y en donde la lengua de los cocodrilos ancianos lame el fruto que produce vomito a los caimanes. 

 

La vedete escogida para arrodillarse como doncella casada guacamayada y separad oficialmente de su primer cónyuge ya estaba divorciada y tenía crías, se vio sonriente maliciosamente con dentadura postiza en la misma fila de otros holgazanes animalitos que participaban de la comedia rezandera al dios de los verdugos, levanto sus brazos y manos tratando de saludar con cruces endiabladas a todos los mirones y chismosos que sonreían con ademanes de hechiceros, esos debajo de sus ropas también la seda estaba agarrada a las delicadas pieles arrugadas que rozaban con sus trapos no almidonados. Allí sobre la pasarela estaba cubriendo sobre los cuerpos de las falsas guacamayas los trajes que confecciono el mediocre creativo, debajo de las cortinas y a la vista de los invitados hubo risas que se escondían de otras miradas picarescas y burlas de transeúntes que por accidente se habían entrado a escampar de la lluvia bajo el techo de los actores amanerados, esos eran testigos oculares de la falsa guacamayada ensortijada. Los moribundos cuerpos siguieron desfilando en la procesión endiablada con decorados de estiércol guacamayado y mierda de otras especies animalescas acrisoladas que se habían mezclado por equivocación de sus recolectores. 

 

El ritual se extendió por dos horas como en los debates de políticos de turno, los invitados movían varias banderas también confeccionadas con estiércol guacamayado. Algunos de esos símbolos usaron mierda de gato y loro en su confección para darle un colorido más lúgubre e infernal para tratar de lograr otro tipo de espectáculo que se junta con el ruido que producen los rayos y centellas que provienen de las nubes cuando se estrellan en la producción de la lluvia, aunque algunos producen miedo al desparpajo o a quien de alguna manera tiene una deuda pendiente con la naturaleza o con los seres vivos animalescos de su entorno. No se invitaron a la fiesta a las guacamayas del otro bando ni a los guacamayos encantados reproductores porque esos también tenían su propia fobia que la mezclaban con muros y candados, para disimular la doble vida se arropaban o cubrían con aguas aromáticas que provenían de África o de países de América Latina y del Mar Caribe. En la fiesta muchos de los invitados hubieran preferido haber encontrado verdaderas guacamayas y otros añoraban ver a esos que de otras razas desprecian por el color de sus alas o por la estirpe de su procedencia, sin embargo, las falsas guacamayas prefirieron más a los murciélagos, porque esos dejan que utilicen usurpando sus antenas para hacer de las suyas e imitar al gallo rojizo que no paga la fiesta de la francachela o la comilona en la subasta de la intrépida montada de la mañanera.

 

Los organizadores desearon que las verdaderas guacamayas de la Selva Amazónica hicieran presencia en la inauguración de la nueva familia falsa guacamayada, pero fue imposible trasladar de sur a norte o de oriente a occidente, a los reales y hermosos guacamayos, a las esbeltas guacamayas a la fiesta de la molienda y contienda disfrazada. También debían hacer trámites para las visas de entrada como turistas a cada guacamayo extranjero sin la retirada. El gobierno contaminado de estiércol guacamayado no entregaría las visas de frontera a tanta guacamaya selvática foránea y si lograban organizar caravanas migrantes en grupo, llamarían urgentemente al loro que gobernada la extensa geografía de la bota texana para que instalara alambres con púas o bolas infladas con aire de la hacienda del lobo Bush o de la ferretería del tigre Trump. Entonces se ingeniaron realizar la inauguración con otros hermosos animalitos que estaban cerca y dentro del mismo territorio escarlata de la farándula amurallada. Fueron entonces las palomas de la ciudad de Nueva York quienes prestaron su naturaleza con sus alas de color verdoso y gris, las mismas que acompañaron la ceremonia que empezó con la mierda guacamayada y que haría su agosto al traspasar más tarde las fronteras de la mentira orquestada con el pesado estiércol de las aves esta vez no mensajeras. 

 

Las palomas llegaron muy puntuales al certamen y algo animadas, ellas volaron disciplinadamente formando caravanas simpáticas como los desfiles que plasman los aviones militares de los grillos mestizos por encima de las cabezas de los invitados y esos miraban por vez primera arriba esperando la nueva energía que los bañaría para transformar el semblante en cada sonrisa. Las astutas aves cagaron con fuerza su estiércol semi verdoso, semi amarillento, semi marrón, sobre cada terrícola vivo animalesco que debajo estaba encontrando su propia felicidad extasiada de emociones encontradas. Las cabelleras y los trajes de los participantes recibieron toneladas de mierda de paloma de Gringolandia. Aparecieron como si fueran sobras de sopa campesina y figuras ilusionistas aun sobre los trajes que el mediocre artista había confeccionado para que los protagonistas lucieran como damiselas de belleza y lograran izar el pabellón de los descontentos con la barra que sostenía cada símbolo. Allí lograron empezar otro negocio diferente a la misma mierda guacamayada, aunque recibieron también más estiércol con la presencia de palomas de Nueva York, porque también llegaron algunas de Londres, otras palomas que arribaron de Montreal sin haber sido invitadas y de Miami que eran cruzadas con las cubanas fugadas. Las aves palomadas con sus críos pudieron volar a la fiesta desde esos parajes en donde aún sobreviven al clima y a las altas temperaturas. Estas están adaptadas a esas condiciones climáticas como de rutina, aunque muchas han muerto en el intento porque la sangre se enfría cuando de bajar se trata. 

 

Desde ese momento el estiércol de guacamaya se hizo muy costoso en la demanda y la mierda fue anexada a la lista de los impuestos agravados dentro de la canasta familiar animalada. Ahora es difícil conseguir mierda por toneladas porque los fundadores del club de las falsas guacamayas la tienen monopolizada y almacenadas en sus bodegas, oficinas y casas. Hoy siguen apareciendo nuevos clubes de falsas guacamayas que se registran en la competencia ilustrada protegidas por las nuevas leyes, algunas organizaciones guacamayadas sin la belleza de las verdaderas encantadas siguen en aumento en cada una de las naciones que imitan el derrotero fiestero como moda. Todas desconocen la verdad natural del guacamayo selvático, esas se montan en la falsa nave guacamayada y sin profundizar en la investigación, aumentan su propio estiércol que los lleva al precipicio sin salida en la retirada, creen que son verdaderas guacamayas, la gran mayoría dicen ser felices, aunque están sin su guacamayo, sus miembros no pueden tener nuevos críos porque si no hay un excelente aguijón, exquisito limón o una redonda naranja, no se puede hacer ni chicha ni limonada ni tampoco hay una sabrosa huevonada. El pintor estiercolado paso como una ilusión de cantinera y simplemente como un sueño guajiro que se mezcló con la ironía de la vida y con la misma mierda que aún espera ser recogida por los cuervos en las nuevas temporadas en la selva que todos quieren visitar para recoger gratis la mierda verdadera guacamayada.

 

Esos ilusos y corronchos protagonistas no lograron con la irónica y contradictoria ciencia incrustar sus huevos guacamayados y descocieron los huevos del guacamayo, aun usurpando la imitación de los guacamayos de la Selva Amazónica, los mismos del continente africano y nunca de aquellos guacamayos que aún sobreviven en territorios del Mar Caribe o en las tierras de las Guayanas disputadas en el sur de las tierras de América. Si usted busca algo diferente y cree que las verdaderas guacamayas de la Selva Amazonas están equivocadas, únase de inmediato al falso club y disfrute del parrando estiercolado. Pero no se queje mañana porque cuando la inteligencia animalesca se equivoca no hay remedio ni cama para tanto animal suelto, junto y revuelto. Después de la quema hasta las cenizas se las puede llevar el viento o simplemente un aguacero pequeño las lleva a otros lares.

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