Utopía y añoranza (Por Leomas):
Son las tres de la madrugada,
la campana del viejo reloj suena como de costumbre y recuerda que ya está
amaneciendo. Se levanta de la cama y ve un sofá moderno que salta como resorte.
Hay ruido de besos muy cerca y una sonrisa fresca hace gala como si fuera medio
día con sol radiante. Que pasa en la otra habitación se pregunta y deja caer un
clavel sobre el piso de mármol que esta frio como hielo. Hay murmullos de celos
en la escena con las miradas y una lágrima rueda por la mejilla más
experimentada que se pone pálida con el chirreteo de otros ruidos extraños.
-No te quiero aquí- dice una
voz que salta desde las otras siluetas y hay regreso de sueño de donde no debió
ese día nunca levantarse. Dos almas inseparables que se creían se pelean como débiles
encajes y un crisol esmeralda lleva luz desde una pequeña ventana sobre el pequeño
postigo que se formó sobre la piel adolorida. Llegó muy temprano la congoja que
termina en leyenda no encantada y el desprecio se hace notar con nota musical
que no debería haber aparecido desde el aire que sin permiso ingreso al recinto.
Hay burlas juveniles con látigo perfumado de añoranza y sangra una medula en la
desesperanza. Una colcha de satines y sedas sale disparada como retazo de nácar
y golpea el corazón de quien ama sin pronunciar una sola palabra.
Es muy tarde para amarnos dice
una voz entre cortada y creyeron que era muy temprano para explicar aquellos
quejidos que irrumpió sin distancia. Llantos para no tener que lamentar el
encuentro y suaves gritos para no dejar que se escape a velocidad la salida.
Los dos no entienden que el día empieza a llegar con el canto de los pájaros y
que han pasado varias horas mientras se contempla la escena que parte el alma y
destroza la inexperiencia de quienes aman.
De nuevo se acercan cuerpo a
cuerpo como para comparar el ayer y ese día y se alejan con un saludo moribundo
como si jamás hubiera llegado ese atardecer que ilumino emociones que estuvieron
dormidas. No puedo ser tu amor porque he comprobado que me he equivocado y que
seguramente hubo pasión sin estar enamorados. No me rindo dice el enamorado y abriré
la puerta en despedida y estaré esperando que pasen las horas a ver si llega de
nuevo las brisas que recorren las avenidas.
Un mandarino con pequeñas hojas
entremezcladas golpea la pared de la mansión, mientras el tronco de una gigante
ceiba se mece como si un huracán hubiera llegado para alborotar de nuevo la mañana.
Se despiertan del sueño que los llevó varios a imaginar un idilio de dioses
planeando que estaría unidos siempre sin romper el lazo que lograría conducirlos
a una meta nunca soñada. Nuevas lágrimas caen como pergamino sobre el sol
radiante que ilumina la piel calentando los cuerpos y despierta los recuerdo. Ahora
si se despiden hasta no volverse a ver y lograr sembrar la distancia que se
convierte en lejanía y jamás volverán a cruzar palabras porque aún el día termina
sin firmar compromisos con el sol porque la luna siempre se interpone evitando
llamaradas.
Llega tenue como relámpago la
despedida que nace no compartida, una cortina de seda se desliza por el cuerpo
de quien estuvo triste y ve debajo de las palmeras varios pájaros que tratan de
volar cerca a la playa que logra ver desde su ventana. Hay calor afuera acompañando
el fuerte verano que hace pasear a otros enamorados que caminan como si nada
pasara y dentro se rasga la brisa que humedece un corazón que con angustia de
muerte se resbala sobre la noticia que debe aceptar porque así se dio aquellos días.
Por fin se despiden en la
puerta como si nunca se vieron sin tocar un dedo de sus manos y en silencio
prometen jamás versen cara a cara y conservar la distancia para no lograr herir
el alma. Todo ha pasado al final de dos largos años encantados y se olvidan los
dos de los instantes que juntos construyeron un remanso que no logro mecer la enredadera
porque se deslizo el rocío.
Desde ese momento no se
volverán a ver un día más en el calendario de sus vidas y allí se rompe el
cristal del embrujo hechizado como si las palabras nunca hubieran existido y jamás
se hubieran pronunciado. La silueta con el corazón más fuerte estalla en llanto
y la otra sale sin ninguna preocupación por las escalaras que dan al jardín que
un día cualquiera plantaron y que es testigo del trajín que con sigilo regaron.
Han pasado más de 20 años y aún
espera en silencio y revisa que la puerta no se cierre y deja abierta la
cerradura a ver si regresa del pasado. En las noches sigue allí al lado de la
ventana esperando que llegue la misma voz que hizo brisa en el paladar que
degusto el mejor beso sin ser robado. Esta idea que pasa por mi mente es
imposible se dice en su silencio acostumbrado. Apaga la luz desvaneciendo la lámpara
y esperando dormido el nuevo amanecer que lo llevará a su propia rutina:
Antes de ir a la cama al
descanso cada noche mira la fotografía que esta incrustada en la pared construida
especialmente para colgar el mejor recuerdo, sonríe al saber que el tiempo pareciera
no haber pasado e insiste seguir creyendo que hasta la muerte siempre estará enamorado.
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