miércoles, 14 de febrero de 2024

Utopia deseada

Utopía y añoranza (Por Leomas):

 

Son las tres de la madrugada, la campana del viejo reloj suena como de costumbre y recuerda que ya está amaneciendo. Se levanta de la cama y ve un sofá moderno que salta como resorte. Hay ruido de besos muy cerca y una sonrisa fresca hace gala como si fuera medio día con sol radiante. Que pasa en la otra habitación se pregunta y deja caer un clavel sobre el piso de mármol que esta frio como hielo. Hay murmullos de celos en la escena con las miradas y una lágrima rueda por la mejilla más experimentada que se pone pálida con el chirreteo de otros ruidos extraños.

 

-No te quiero aquí- dice una voz que salta desde las otras siluetas y hay regreso de sueño de donde no debió ese día nunca levantarse. Dos almas inseparables que se creían se pelean como débiles encajes y un crisol esmeralda lleva luz desde una pequeña ventana sobre el pequeño postigo que se formó sobre la piel adolorida. Llegó muy temprano la congoja que termina en leyenda no encantada y el desprecio se hace notar con nota musical que no debería haber aparecido desde el aire que sin permiso ingreso al recinto. Hay burlas juveniles con látigo perfumado de añoranza y sangra una medula en la desesperanza. Una colcha de satines y sedas sale disparada como retazo de nácar y golpea el corazón de quien ama sin pronunciar una sola palabra.

 

Es muy tarde para amarnos dice una voz entre cortada y creyeron que era muy temprano para explicar aquellos quejidos que irrumpió sin distancia. Llantos para no tener que lamentar el encuentro y suaves gritos para no dejar que se escape a velocidad la salida. Los dos no entienden que el día empieza a llegar con el canto de los pájaros y que han pasado varias horas mientras se contempla la escena que parte el alma y destroza la inexperiencia de quienes aman.

 

De nuevo se acercan cuerpo a cuerpo como para comparar el ayer y ese día y se alejan con un saludo moribundo como si jamás hubiera llegado ese atardecer que ilumino emociones que estuvieron dormidas. No puedo ser tu amor porque he comprobado que me he equivocado y que seguramente hubo pasión sin estar enamorados. No me rindo dice el enamorado y abriré la puerta en despedida y estaré esperando que pasen las horas a ver si llega de nuevo las brisas que recorren las avenidas.

 

Un mandarino con pequeñas hojas entremezcladas golpea la pared de la mansión, mientras el tronco de una gigante ceiba se mece como si un huracán hubiera llegado para alborotar de nuevo la mañana. Se despiertan del sueño que los llevó varios a imaginar un idilio de dioses planeando que estaría unidos siempre sin romper el lazo que lograría conducirlos a una meta nunca soñada. Nuevas lágrimas caen como pergamino sobre el sol radiante que ilumina la piel calentando los cuerpos y despierta los recuerdo. Ahora si se despiden hasta no volverse a ver y lograr sembrar la distancia que se convierte en lejanía y jamás volverán a cruzar palabras porque aún el día termina sin firmar compromisos con el sol porque la luna siempre se interpone evitando llamaradas.

 

Llega tenue como relámpago la despedida que nace no compartida, una cortina de seda se desliza por el cuerpo de quien estuvo triste y ve debajo de las palmeras varios pájaros que tratan de volar cerca a la playa que logra ver desde su ventana. Hay calor afuera acompañando el fuerte verano que hace pasear a otros enamorados que caminan como si nada pasara y dentro se rasga la brisa que humedece un corazón que con angustia de muerte se resbala sobre la noticia que debe aceptar porque así se dio aquellos días.

 

Por fin se despiden en la puerta como si nunca se vieron sin tocar un dedo de sus manos y en silencio prometen jamás versen cara a cara y conservar la distancia para no lograr herir el alma. Todo ha pasado al final de dos largos años encantados y se olvidan los dos de los instantes que juntos construyeron un remanso que no logro mecer la enredadera porque se deslizo el rocío.

 

Desde ese momento no se volverán a ver un día más en el calendario de sus vidas y allí se rompe el cristal del embrujo hechizado como si las palabras nunca hubieran existido y jamás se hubieran pronunciado. La silueta con el corazón más fuerte estalla en llanto y la otra sale sin ninguna preocupación por las escalaras que dan al jardín que un día cualquiera plantaron y que es testigo del trajín que con sigilo regaron.

 

Han pasado más de 20 años y aún espera en silencio y revisa que la puerta no se cierre y deja abierta la cerradura a ver si regresa del pasado. En las noches sigue allí al lado de la ventana esperando que llegue la misma voz que hizo brisa en el paladar que degusto el mejor beso sin ser robado. Esta idea que pasa por mi mente es imposible se dice en su silencio acostumbrado. Apaga la luz desvaneciendo la lámpara y esperando dormido el nuevo amanecer que lo llevará a su propia rutina:

 

Antes de ir a la cama al descanso cada noche mira la fotografía que esta incrustada en la pared construida especialmente para colgar el mejor recuerdo, sonríe al saber que el tiempo pareciera no haber pasado e insiste seguir creyendo que hasta la muerte siempre estará enamorado.

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